Oda a Perla
Queridos lectores de este poema tan singular :
No os extrañéis de que una oda a una gata se pueda crear.
Pues Perla es, sin dudar, un animal muy especial.
Pasemos a describir la personalidad que la define.
Con su tenacidad gatuna, astuta me persigue
y su lamento, al aire lanza con ahínco,
cuando la olvido un rato o de comer me pide.
Sus uñitas de alfiler,
siempre en mis pantalones clava.
Me mira, al comprender,
que se ha ganado una azotaina
Pero sabe que en el fondo,
sólo soy una tontaina,
y siempre me logra vencer,
¡ le sale todo redondo !.
Otro tema es cuando se pone celosa,
porque no soporta que nadie me abrace.
Tengo que darle mimos, me los pide empachosa,
y cuando así ella lo cree, y marcharse le hace,
se va tan campante y me deja, la muy orgullosa.
¿ Y cuando la puerta del comedor cierro,
a eso de las doce de la noche ?.
Siempre saca a relucir sus reproches,
y como una mala ama me siento.
Si a la puerta me asomo, ella está fuera ;
Llora y gime, tras los cristales, la dramática.
Yo diría que hasta se pone antipática,
si no le abro rauda, como el viento.
Algo tiene, esta gata primorosa,
que a pesar de todos sus caprichos de mimosa,
consigue de mí todo lo que quiere
y vive mejor que una rosa.
¡ Ah !. ¡Que fallo más tonto he cometido !.
Ni siquiera he dicho a qué raza pertenece.
Es la más tozuda, porque permanece en sus trece,
y estoy segura de que algo de ella habéis oído.
Paso a daros unas pistas, por si no habéis caído :
Nace blanca, y oscurece mientras crece ;
su carácter, muy fuerte, al cabo se enrarece
y se enfada si la dejas por algo, o acaso, has partido.
Sus ojos son azules, “ blue” como yo los llamo,
y parece que haya salido de la mismísima chimenea,
pues con la cara, patas y rabo, al color pardo se aviene.
Si no desmonta la casa, arañando como reclamo,
se las apaña para molestar : corre, salta y berrea.
¡ Y es que la gata es siamesa !. Bien demostrado lo tiene.
A pesar de todo lo que escribo,
la quiero mucho, ella lo sabe.
Deseo que esté siempre conmigo,
... y si molesta, ¡que moleste !.
¡Eso valen esos ojos celestes
y mucho más que yo no digo !.
¡Que rabien todos los gatos siameses !,
o de otra raza si se prefiere
pues no ha habido nunca animal tan querido,
que aún siendo un trasto le hagan odas,
y aún más si sigue vivo.
¡ Ole mi gata morena !.
¡Qué gracia tienen sus bigotes blancos
y sus dientes de coral !.
Y ese vocabulario tan surtido
que me vuelve loca, ¡ a rabiar !.
¡ Ole su cuerpo serrano,
que en universo gatuno la convierte !.
Y esa barriguita peluda,
que al acariciarla con la mano desnuda
me llena por completo de deleite.
Mi gata se llama Perla.
¿ No os lo había dicho ya ?.
Este es mi último apunte,
no por ello lo vayáis a olvidar.
Y con estos versos me despido.
Señores, la oda llegó a su final.
Autora: Dalthea
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