Una pequeña frontera
El frío manto de la noche,
tendido sobre tibia piel,
oscuridad que alguno conoce
más que a su pareja más fiel.
Y
Sol amarillo allá en los cielos,
que despierta la primavera,
cálida luz, cual anhelo,
que logra apagar las estrellas.
Amada y poderosa tierra
de cuyas manos come el humano.
Tu corazón de firme piedra;
tu cuerpo de verdes prados.
Y
Cielo azul de libertad,
cuya pureza las aves cruzan.
Templo de eternidad.
Templo da las musas.
Frío y crudo invierno,
cuyas lluvias nos hacen temblar.
Para algunos, blanco infierno.
Para otros, tiempo de paz.
Y
Venturoso y verde verano,
cálida luz en un cielo sin nubes.
Tiempo de enamorarnos
de un mar de aguas azules.
Cuan distintos son
los extremos en este mundo.
Unos deprimidos en lo más profundo.
Otros alzados por la ilusión.
Lejos está el calor del frío,
lejos el blanco del negro,
lejos el invierno y el estío.
Lejos la alondra del suelo.
¿y qué se puede hacer
con las verdades de esta vida?
¡Pues hay otro punto de vista,
aunque sea del reves!
Pues noche y día se aman
al alba y atardecer,
Invierno y verano se encuentran
para ver las flores nacer.
El calor al frío compensa.
El mañana añora el ayer.
Mundos distantes se acercan
para fundirse unos con otros.
No existen las fronteras
Autor: Tharem
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