sábado, 1 de diciembre de 2007

El Círculo del Poder - Capítulo 5




EL CIRCULO DEL PODER


Capítulo 5 - Ariana, La Mujer Paladín








Era de día. Hacía tres horas que había amanecido. Los rayos del sol se filtraban por la ventana tocando el suelo sus con hilillos dorados y parte del sofá. Tapices y muebles traídos de tierras exóticas se repartían en la inmensa sala. Una gran alfombra de color granate y forma rectangular vestía la misma. En su centro se alzaba una mesa redonda, rodeada por ocho sillas trabajadas exquisitamente. Un arpa callada se erguía en una esquina y dos sillones apoyados en las paredes terminaban de decorar la habitación.

Entre las sombras, Ariana miraba por una ventana.

Esperaba que llegara en cualquier momento su hermano. Pero en el patio del fuerte no se veía a nadie. Estaba vacío y silencioso.

Su hermano, Ulquier, era el paladín de más alto rango, por lo que debía estar en todo momento con sus hombres. Aunque ambos tenían su lugar de residencia en otra ciudad, este lugar se había convertido en el segundo hogar de los hermanos.

Cuando surgió la necesidad de trasladarse aquí Ariana insistió en acompañarlo. Su hermano no se opuso. Ella era con mucho el mejor paladín después de él, además de una inestimable confidente y compañera. Ambos hermanos habían estado siempre muy unidos. Era imposible imaginar que permanecieran mucho tiempo separados.

Pero ahora que Ulquier se había marchado Ariana se debatía entre las garras de la soledad. A excepción de Jumar, no había nadie más que pudiera hacerle compañía. Todos los paladines habían partido con su hermano dejándola sola y nostálgica. Sólo le quedaba esperar un milagro para aliviar su ánimo decaído.

“ - Lady Ariana.- La había sorprendido el día anterior el escudero de la orden.- Ha llegado una joven paladín llamada Liriel, señora.

-¿ Liriel ?.- preguntó extrañada Ariana.- No reconozco ese nombre.

- Montaba en Zaltior.- Añadió el escudero.

Esta vez Ariana se sorprendió.

- ¿ En el caballo de Egolas ?. El nunca se separa de él. Además, Zaltior no se dejaría montar por nadie más. A no ser que Egolas ...

Ariana sacó sus conclusiones.

- ¿Y dónde está él ?. ¿No ha venido con ella ?.

- No ,señora. La joven me dijo que el paladín había tenido que ausentarse.

- Qué extraño. ¿Dónde habrá ido ?.

- Ella no me lo dijo.

Ariana asintió.

- Está bien, Jumar.- Ordenó.- ¿La habéis atendido bien?.

- Sí, señora.- Aseguró el escudero.- He dispuesto para su uso la habitación de invitados del ala norte del castillo.

- Bien.- Ariana lo miró.- Decidle que la atenderé mañana por la mañana.

- Sí, lady Ariana.”

Y esa había sido la conversación que el escudero y ella habían entablado el día anterior.

Ariana había ordenado a Jumar hacía unos minutos que trajera a su presencia a la muchacha. Unos golpes en la puerta alertaron a la mujer de que su invitada ya había llegado.

La puerta se abrió a todo lo que daba de sí, y Jumar entró en la sala seguido por la joven. Después de inclinarse brevemente, el escudero se marchó y las dejó a solas.

Ariana la miró intensamente unos instantes, antes de invitarla a que tomara asiento en uno de los sillones.

En su primera impresión su mente captó un atisbo de familiaridad. Conocía esos rasgos. De alguna manera los había visto antes.

Era muy bonita, exótica más bien. Sus ojos grandes la miraban sin miedo, inocentemente y efectivamente iba ataviada como una mujer paladín.

- Sentaos, por favor.- Ariana le indicó con un gesto grácil de la mano que tomara asiento en el sillón que había enfrente del suyo.

Ella se sentó.

- Vuestro nombre es Liriel.- Afirmó Ariana más que preguntó.

- Si, señora. Liriel Deandra.- Respondió ella en su forma completa.

- ¿ De donde sois ?.

- De Winder.

Ariana asintió.

- No sabía que en esa ciudad hubiera paladines.

- No los hay señora.- Contestó Liriel sinceramente.- En realidad no soy un paladín.

Ariana se sorprendió al oír aquello. No obstante la dejó continuar sin interrumpirla.

- Sí.- Repitió Liriel al ver la expresión de la mujer.- Sir Egolas me vistió con estas ropas para que la entrada aquí me fuera más fácil. En ningún momento me dijo que debía montar una farsa. Supongo que debí decirle la verdad a vuestro escudero en cuanto tuve la ocasión.

- Hubiera sido lo adecuado, sí.- Reconoció la mujer.- Decidme entonces a qué se debe vuestra visita.

Liriel le contó desde el principio y con palabras claras cómo había conocido a Egolas, y cómo se había desarrollado todo lo demás. Una cosa fue llevando a la otra. Liriel hablaba sobre todo lo que había vivido con sencillez y sin ocultarle ningún detalle.

Ariana notó lo mismo que había notado anteriormente Egolas, la frescura que brotaba de Liriel en sus palabras y acciones. Era evidente que ella no se daba cuenta y que eso mismo era lo que formaba parte de su encanto.

La historia que contaba Liriel era de lo más increíble. A pesar de ello, Ariana no dudó un instante de que la joven decía la verdad. Media hora después la mujer paladín estaba puesta al corriente de todo lo que había sucedido.

- Agradezco vuestra sinceridad, Liriel. Y también el que os hayáis sacrificado por nuestra causa. Sir Egolas habrá tenido un motivo muy importante para pediros ayuda.- Dijo Ariana una vez que la conversación había llegado a su fin. - Y Puesto que ahora ya no tenéis que disimular lo que no sois, haré que Jumar os prepare uno de mis vestidos. Podéis ir y venir por donde os plazca.- Liriel pensó que aquella mujer era exquisitamente amable. Tenía estirpe, clase.- Esperaremos juntas la llegada de Sir Egolas y de los demás paladines.

Liriel se sentía como si le hubieran quitado un enorme peso de encima. Incluso su respiración se había hecho más profunda y relajada.

- Salgamos de esta sala tan fría.- Dijo la mujer incorporándose.- Por las mañanas ni siquiera el sol logra calentarla.

Liriel se levantó también imitando a Ariana.

- Si no os parece mal, Liriel, daré un paseo por el jardín antes de que Jumar nos sirva la comida. Si queréis podéis acompañarme.

Liriel denegó el ofrecimiento con el mayor tacto que pudo.

- No, muchas gracias, lady Ariana. - Dijo sonriendo con dulzura.

La mujer le devolvió la sonrisa.

- Como queráis. - Aceptó ella.- Pero si cambiáis de idea ya sabéis dónde encontrarme. Por cierto,- pidió - no me llaméis lady Ariana, con mi nombre estará bien.

Liriel prometió que así lo haría.

Al salir, miró a la mujer de arriba a abajo absorbiendo los detalles de su imagen.

Ariana tenía también el pelo oscuro, como ella. Lo llevaba más corto y recogido con una cinta. Sus ojos eran negros y su tez pálida, delicada. Su cuerpo se movía con gracia exquisita. En definitiva, a Liriel le parecía una diosa como esas que se dibujan en los tapices legendarios.

Cuando ambas llegaron ante la habitación de la joven, se despidieron cortésmente y acordaron volver a verse en pocas horas. Liriel entró en su cuarto y vio al cerrar la puerta cómo Ariana se alejaba en dirección a los jardines.

Una vez sola se dejó caer con cansancio en la cama. Se estaba preguntando dónde se había metido Osses cuando este saltó con sus patorras sobre ella y comenzó a lamerle la cara con efusividad.

- ¿ Me has echado de menos ?.- Liriel agarró por los mofletes a Osses y lo miró divertida.- Pero mira la cara que tienes.- Le dijo al sonriente al perro de cuya boca colgaba flácida la rosada lengua.- No asustarías ni a una mosca.

Liriel alzó una mano por encima de su cabeza para coger la almohada y situar con más comodidad su cabeza. Tanteó con la mano donde esta debería estar. Sus dedos acariciaron algunas plumas sueltas. Se levantó de un salto y miró a Osses. Este le devolvió una mirada de interrogación.

- ¿ Qué has hecho ?.- Acusó al animal.- ¿ Dónde está mi almohada ? .

Osses por toda respuesta saltó al suelo y se metió debajo de la cama. Liriel se agachó de rodillas en el suelo y miró por debajo de ella.

Allí estaba lo que quedaba de su almohada. El animal se había divertido de lo lindo en su ausencia.

Un poco molesta con el perro, Liriel se quedó sentada sin moverse del sitio con las piernas encogidas y los brazos apoyados en el suelo. Osses la miró desde su escondite y siguió mordiendo la almohada.

Liriel suspiró.

- Ven aquí Osses.- Lo llamó. El perro meneó el rabo, pero no se movió.- He dicho que vengas aquí.- Tampoco ahora se movió. Es más, se atrevió a dar una enorme dentellada a la ya informe almohada. Liriel negó con la cabeza medio resignada.- No te ofendas Osses pero eres una estafa de perro guardián. Se lo diré a Egolas en cuanto lo vea.

Osses que no parecía darse por enterado, miró a Liriel con cara de perro bonachón.

Ninguno de los dos habló ni se movió por un tiempo. Luego, Liriel se levantó y fue a una de las sillas que había en la habitación. Se sentó y apoyó los codos en la mesa y la cara en sus manos. Miró de reojo por la ventana. El sol estaba ya en lo alto. Sin más esperó pacientemente a que Jumar la llamara para comer.

Las horas pasaban y las dos mujeres se iban conociendo poco a poco. Ambas sentían una reciproca simpatía. Después de haberse roto el hielo entre ellas, el diálogo surgía con más fluidez. Sin saberlo tenían muchas cosas en común y aun siendo distintas se encontraban bien juntas.

Las dos hacían tiempo mientras esperaban que el escudero de los paladines las llamara y les dijera que Egolas había llegado. Pero la espera era larga y el paladín no llegaba.

Ya era media tarde. El día había sido cálido como los anteriores y una fresca brisa comenzaba a levantarse conforme iba cayendo la noche.

- Entonces, - Decía Ariana.- ¿ Egolas se marchó urgentemente ?.

- Por lo que yo sé,- Le explicaba Liriel.- aquel paladín le había dado un mensaje de lo más importante.

Ariana, que se había soltado el cabello, comenzó a retorcérselo con los dedos.

- Eso desde luego.- Dijo.- Por cierto, ¿cómo se llamaba el paladín?.

Liriel hizo memoria.

- Creo que Sir Perkal. No recuerdo su apellido.- Se excusó.

- Y me dijisteis que murió asesinado.- Recordó Ariana.

- Eso me dijo Sir Egolas.- A Liriel le recorrió un escalofrío de temor.- ¿Creéis que puede haberle ocurrido algo?.

Ariana no quería preocupar a la joven y le restó importancia al asunto. Pero lo cierto era que temía por la vida de su amigo.

- No, no. Sólo es que desconozco su paradero y la misión de la que se ha encargado. Por otro lado mi hermano también tendría que haber regresado ya.

- A mi no me dijo a dónde iba.- Dijo Liriel inocentemente.

La mujer le sonrió con dulzura.

- No podía decíroslo. No sois un paladín.

- Oh, claro.

Se hizo un silencio.

- Puedo preguntaros por qué era tan urgente que Sir Egolas se presentara ayer aquí.- Se atrevió a curiosear Liriel.- Desde que he venido no dejo de pensar qué es lo que se ha adelantado con que yo haya venido a Rinos en su lugar. A diferencia de él, yo no he tenido que entregar ningún mensaje.

Ariana miró sonriendo a Liriel. La joven era muy curiosa.

- ¿ De veras ?.- Le preguntó.

- Me gustaría saberlo.

- Bien. Os merecéis saber por lo menos eso.- Concedió Ariana. Y comenzó a explicarle la razón.- Sir Egolas estaba cumpliendo una importante misión. Nos había mandado un mensaje desde Henna diciendo que llegaría en pocas horas. Si no hubiera llegado hubiéramos tenido que desplegar a todos los paladines del fuerte en su busca.

- ¿ Tan importante era la misión ?.

- Sí, lo era. Gracias a vos sabemos que ya la llevado a cabo y que está bien.

- Pero, ¿ por qué no mandar otro mensaje ?.- Siguió preguntando ella.

- Es una restricción de nuestra orden. - Le explicó.- Cuando se está llevando a término una misión es de suma importancia que se presente el mismo paladín al que le ha sido asignada u otro paladín en un caso extremo.

- Sir Egolas me dijo que los mensajes podían interceptarse y falsificarse. No lo entendí muy bien.- Dijo Liriel.

- Efectivamente. Si cayeran en malas manos, tendríamos grandes problemas.- Le explicó Ariana.- Contendrían con seguridad noticias falsas y harían que actuáramos erróneamente. Y nosotros no podemos permitirnos eso. Somos paladines.

- ¿ Por eso me envió a mí ?.

- Sí.- Afirmó la mujer.- No os mintió cuando os aseguró que no tenía otra alternativa. Nos habéis prestado un servicio inestimable, Liriel.

- ¿ Y cual era esa importante misión ?.- Indagó ella.

- Pues era un asunto complicado.- Ariana no podía contarlo todo.- Además de que me veo sujeta al secreto que impone la orden.

- Ah. - Liriel se sintió importante.- Entonces he sido de ayuda.

- ¡Por supuesto!.- Aseguró Ariana. - Tanto Sir Egolas como todos nosotros, los paladines, estamos en deuda ahora con vos.

Liriel no se esperaba esto. Ella no quería nada. Y así lo dijo.

- Oh, no. Sólo hice lo que era mi deber. Volvería a hacerlo si me encontrara en la misma situación.

Ariana asintió.

De repente la mujer paró en su paseo.

- ¿ Ocurre algo ?.- preguntó Liriel parando también.

- Nada, es solo que...

Ariana no terminó de hablar. Una imagen fugaz entró en su mente por décimas de segundo.

- Decidme, ¿qué pasa ?.- Pidió Liriel impaciente. Ariana tenía la mirada perdida, parecía que estaba en otro lugar.

Miró a la joven directamente a los ojos y habló de nuevo en un tono casi sorprendido.

- Ahora ya sé a quién me recordáis.- Dijo repentinamente ella.- Pero es casi imposible. ¿ De donde me dijisteis que erais?.

Liriel la miró dubitativa.

- De Winder. ¿ Por qué lo preguntáis ?.

Ariana ignoró la pregunta.

- Winder. Qué extraño.- Preguntó de nuevo.-¿ Y qué edad tenéis ?.

- Veinte años.- Respondió escuetamente.

Ariana meditó cuidadosamente esa respuesta.

- Es posible.- Dijo pensando en voz alta.- ¿ Cómo se llama vuestra madre, Liriel ?.

- ¿ Mi madre ?.- La joven no sabía a cuento de qué venían todas esas preguntas.- Mi madre se llamaba Eleanor. Murió al poco tiempo de nacer yo.

A Ariana le cambió el color de la cara. A liriel le pareció que estaba conmocionada.

- Oh, Dios mío. Nereida muerta.

- ¿ Cómo ?. No os entiendo.

- No es posible que el parecido sea sólo casualidad.

- ¿ El parecido con quién ?.- Quiso saber Lireil. Ariana la estaba confundiendo.

- Con una mujer que desapareció hace mucho tiempo. Se llamaba Nereida. Fue la mejor sacerdotisa de todos los tiempos. - Le explicó.- No sabemos nada de ella desde hace exactamente...veintiún años. Os parecéis mucho a ella. No se cómo no me di cuenta antes.

- Ahora que recuerdo.- Dijo Liriel haciendo memoria.- Sir Egolas también me dijo que le recordaba a alguien.

Ariana asintió.

- Todos la hemos visto alguna que otra vez dibujada en bocetos.- Le dijo.- Travis, nuestro maestro, la conocía perfectamente. Habían sido compañeros en la juventud.

- Seguramente es solo una coincidencia.

Ariana no contestó. Liriel se parecía demasiado a la sacerdotisa para eso. Además, la joven tenía la edad apropiada para ser hija suya.

Caminaron en silencio.

Las mujeres concluyeron el paseo y entraron en el castillo. Ninguno de los paladines había venido y era de nuevo de noche. Ariana se preguntó entonces si no habría ocurrido alguna desgracia.




Creative Commons License
El Círculo del Poder is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.

No hay comentarios: