sábado, 1 de diciembre de 2007

Ríos de Plata

Ríos de Plata

obre las rocas del acantilado
mientras la noche caía como terciopelo,
el llanto amargo de un humano
aliviaba de su sequedad al suelo

En sus húmedos ojos reflejaban
plomo gris las nubes y el cielo.
En su corazón, a fuego grabada
la huella abierta del dolor sincero

Gime y llora en silencio
mientras de ella se despide
y no puede soportar el hecho
de que la historia se repite.

--Ni el mismo Giltanas se libró
del destino cruel de Huma.
Su corazón conoció el amor
de un rayo fugaz de luna.

¡Y yo que reí en mi palacio,
creyéndome a salvo de ella!
sufro ahora despacio
la misma amarga condena.

Me enamoré de la belleza.
Me enamoré de la pasión.
De plata era su cuerpo,
y de oro su corazón.

Adoraba toda su fuerza,
coraje, valor y valentía.
Adoraba que me dijera
que era por mi por quien moría.

¡Cruel eres, oh tú, Destino,
que ofreciste lo que ansiaba,
la miel de un tesoro divino,
una mirada a un bello camino,
para después dejarme sin nada!

Como otrora alguien ya hiciera,
quedó desnuda ante la luna.
Preciosa y perfecta ella era,
mas su sombra era de criatura.

Un dragón en forma humana,
una espada de belleza
que cortó con sutileza
todo un labrado mañana.

¿Por qué así ocurrió?
¿Por qué a ti y a mí?
Y si profundo era el amor,
¿por qué no pudo subsistir?

Preguntas no contestadas.
Unidos, pero en la soledad.
Si esto fuera un cuento de hadas,
alegre sería el final.

Nada es como lo narran.
Sólo es la amarga verdad
y aún fluyen ríos de plata
de tu llanto y el mío hacia el mar.


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