sábado, 1 de diciembre de 2007

El Círculo del Poder - Capítulo 7










EL CIRCULO DEL PODER


Capítulo 7 - Una Decisión Importante








Era a primera hora de la mañana cuando se recibió la esperada noticia de que el carruaje no había llegado a su destino.

Varios hombres habían recorrido todos los puntos por dónde tendría que haber pasado el mismo. El carruaje debía atravesar cuatro ciudades de entre las cuales Trempos era la penúltima. La ciudad de partida había sido Oranda y el lugar de destino era Yevish.

El carruaje debía pasar en este orden por Jerón, Permand y Trempos, hasta llegar a Yevish.

Ulquier mandó de vuelta un mensaje que notificaba que el carruaje no había pasado por Trempos. Incluso, el correo que había venido con la noticia, informó a los paladines de que el mismo, tampoco había pasado por Permand pero sí lo había hecho por Jerón.

Evidentemente el carruaje se había extraviado entre estas dos ciudades.

- ¿Quién iba a bordo ?.- Le preguntó al mensajero Ulquier.- ¿Y qué transportaban ?. Nuestro remitente seguramente os habrá puesto al corriente del contenido del mensaje que habéis traído.

El mensajero se encogió de hombros y negó con la cabeza. El no sabía nada más allá de lo que era su deber.

- Está bien muchacho, puedes marcharte.- Dijo.

Junto a Ulquier estaban todos los paladines. Al recibir la noticia habían acudido rápidamente junto a su superior. Todos estaban a la expectativa. Aquel asunto había sido enigmático desde el principio y querían saber de una ver por todas lo que había ocurrido realmente.

Todos vieron cómo partía el correo de vuelta y esperaron ávidamente que llegaran más noticias.

Egolas, por este mismo motivo, tuvo que aplazar su cita con Liriel. Prometió que más adelante, cuando aquel asunto terminara, cumpliría su palabra. El deber era lo primero, y los placeres después.

Por la tarde llegó un segundo mensaje que decía lo siguiente :

”Sin noticias del carruaje desaparecido. Una partida de reconocimiento procedente de Jerón ha rastreado el camino y no sabe nada del mismo.“

- Esto es inaudito.- Decía Ulquier caminando nervioso hacia todos lados.- Algo le ha ocurrido al carruaje entre Jerón y Permand.

Banegun que estaba a su lado contestó.

- Sin embargo, no hay posibilidad de apartarse del camino sin dejar rastro.

- ¿Lo habrán atacado ?.- Se preguntó Egolas.

Ulquier pensó las alternativas que tenía.

- Mandaré otro mensaje. Daremos instrucciones para que revisen de nuevo todo el trayecto y se fijen en cualquier cosa anormal. No han buscado bien, de eso estoy seguro. Un carruaje no desaparece así sin más.

Los paladines esperaron la respuesta nerviosos. Ya cercana la noche un muchacho vino con un mensaje.

Egolas leyó :

” Lamento tener que retrasarme un par de días por asuntos personales.

Travis .“

Ulquier suspiró.

- Tranquilicémonos, caballeros. Todavía es pronto para una contestación.- Dijo a los demás compañeros.- Seguramente llegará mañana.

La noche fue larga para todos. Los nervios estaban a flor de piel y ningún paladín pudo dormir más de dos horas seguidas.

A la mañana siguiente llegó otro mensaje. Era muy temprano. Sólo Egolas y Ulquier estaban despiertos. Fue este último quien lo leyó :

”La Segunda partida de reconocimiento no ha tenido éxito. No se ha encontrado ningún detalle fuera de lo corriente. Agradeceríamos vuestra presencia en Jerón. “

- Esto es desesperante.- Ulquier se mesó los cabellos.- No es nuestra responsabilidad lo que le haya ocurrido al carruaje. No obstante, me siento en el deber de hacer algo.

- Te comprendo, amigo.- Egolas posó una mano en su hombro.- Si crees que no debemos ir no iremos. Sabes que nunca cuestionamos tus órdenes.

Ulquier lo miró agradecido.

- Nos conocemos hace tiempo.- Dijo muy seriamente.- No se me encoge el estómago por dar mi ayuda si me la piden aunque no me concierna el asunto.

- Lo sé.- Asintió Egolas- No tienes por qué darme explicaciones.

- No pretendía hacerlo.- Respondió el superior.- Es por Ariana.

Egolas lo miró.

- Siempre la dejo sola aquí con jumar.- Se explicó Ulquier.- No me gusta nada hacerlo. Además, Travis se va a retrasar.

- Eso me han dicho.- Egolas se llevó una mano a la barbilla mientras pensaba.- Si lo crees más conveniente podemos esperar a que Travis venga.

- Desde luego estaría más tranquilo.- Ulquier vió por el rabillo del ojo que Egolas sonreía a medias.- Ya sé lo que piensas. Que Ariana es ya una mujer adulta y que sabe cuidarse por sí sola, y estoy de acuerdo. Pero no me negarás que con Jumar y tan solo cuatro guardias podría pasarle cualquier cosa.

- Como tu digas.

- Y no te olvides de la muchacha..- Añadió Ulquier .- Es evidente que no se siente totalmente a gusto aquí. Este no es su sitio. Una joven sureña en un castillo austero y carcomido por los años. Admite que no es el ambiente ideal para ella y sola se sentiría peor todavía.

Egolas asintió.

- Tu siempre tan atento a todo.- Apuntó.- En el fondo eres un sentimental.

Ulquier lo miró de soslayo.

- De todo menos eso.- Rectificó.- Es solo que me preocupo por el bienestar de quienes están bajo mi protección.

Egolas rió abiertamente.

- No voy a contradecirte camarada, he aprendido a callar cuando no tengo oportunidad de salir victorioso en una conversación. Y sobre todo contigo.

Ulquier alzó una ceja advirtiendo el tono de burla con el que había hablado Egolas.

- Eres incorregible, Egolas.- Sentenció.- Mejor será que volvamos dentro del castillo e informemos a los demás antes de que nos enfrasquemos en una charla trascendental. No la soportaría.

Egolas aceptó.

Cuando los demás se enteraron se levantó una ola de comentarios más o menos vario pintos. En lo que estaban todos de acuerdo era en partir hacia Jerón para descubrir qué había ocurrido. Estar ahí parados sin poder hacer nada era contrario a sus necesidades de acción.

- No digo que no vayamos.- Decía Ulquier.- Sólo que esperemos a que venga Travis.

Lanver rugió.

- Travis es un hombre viejo.- Su gran cuerpo se arrellanaba todo lo que podía en la estrecha silla del salón de reuniones. Estaban todos sentados en la gran mesa ovalada y Ulquier expresaba su opinión de pie para que todos pudieran verlo bien. Ariana y Liriel no estaban con ellos.- Las mujeres no estarían más seguras con él que con un niño de pecho.

Ulquier frunció el ceño. Aquel paladín tenía los días sentenciados.

- Travis es un hombre respetable y poderoso. -Objetó.- Olvidáis, Sir Lanver, que nos ha ayudado numerosas veces en nuestras misiones. Además no permitiré esa falta de respeto.- Dijo muy serio.- Travis ha sido el mejor maestro de paladines que yo haya conocido y nada más que por eso se merece nuestra mayor admiración..

- Yo sólo digo que no creo en esas paparruchadas que hace.- Dijo molesto.- Magia lo llama él.

Banegun intervino en favor del no presente, además de para que su superior no montara en cólera. Era evidente que poco le faltaba. Sólo la consideración que sentía hacia todos ellos retenía su lengua. Las recriminaciones las llevaba a cabo en privado.

- Lo subestimáis.- Dijo dirigiéndose al paladín de tan formidable temperamento.- Es un gran mago.

- Fue un gran mago.- Rectificó él - Además, la magia nunca será rival para una tropa de hombres armados.- Y diciendo esto golpeó la mesa con un golpe seco de su mano derecha para remarcar sus palabras. - Un grupo de bárbaros podrían asaltar el castillo y aplastar a cualquier mago por poderoso que fuera antes de que pudiera decir la primera palabra.

Egolas intentó mediar.

- Todos conocemos vuestra forma de pensar desde que servís de paladín, Sir Lanver.- Dijo.- Nos habéis dejado bien claro cual es la forma de proceder que tenéis en casi todas las situaciones. Y he de admitir que a veces no os falta la razón.- Continuó él.- Pero habéis de dejar espacio para otras opiniones igualmente válidas.

Lanver se frotó las barbas y ceñudo guardó silencio.

Otro de los paladines, llamado Farlen, se levantó de su asiento.

- Estoy de acuerdo con Sir Egolas.- Dijo .- Pero según mi forma de ver las cosas, a Sir Lanver tampoco le falta razón. Yo opino que el maestro Travis no es suficiente escolta para las mujeres.

Lanver mostró una ancha sonrisa de satisfacción.

- Yo propongo,- Continuó Farlen sin dejar de mirar a su superior - que dado que llegar a Jerón y rastrear el carruaje perdido además de volver a Trempos de nuevo nos supondría en total más de dos semanas fuera del fuerte...lo mejor sería, que las mujeres vinieran con nosotros.- Terminó .

Ulquier se quedó momentáneamente sin habla.

- Eso sería lo adecuado, en efecto.- Dijo Egolas pensándolo bien.- Estarían bien protegidas de eso no hay duda alguna. Aunque también esa opción tiene sus peligros.

- ¡Por supuesto que los tiene !.- Estalló Ulquier con voz de trueno cuando pudo reaccionar.- ¡Es una idea de lo más absurda !. Además - añadió cayendo en la cuenta de algo obvio -, abandonar el castillo por nosotros es su totalidad, nos obligaría a enviar un destacamento solamente para su protección. Y no dispongo del mismo. Alguien debe de quedarse aquí obligatoriamente.

Egolas levantó una mano para reclamar la atención. A eso último tenía una buena contestación.

- No. No es obligatorio.- Y argumentó.- Ariana es también un paladín. Y su deber como paladín es estar con nosotros. Respecto a lo del destacamento, tampoco sería necesario.

- ¿ Cómo que no ?.- Si algo tenía claro Ulquier era eso, que el castillo no podía quedarse sin defensas.- ¿ Acaso habéis pensado bien lo que decís ? .

- Escuchadme primero, Ulquier.- Pidió.- Después juzgad por vos mismo.

Su superior lo miró unos instantes en silencio antes de asentir a regañadientes.

- De acuerdo.- Le concedió.- Os escucho.

Los demás paladines se arrellanaron en sus sillas, expectantes. Todas las miradas estaban puestas en Egolas.

- Pues bien.- Comenzó éste.- Se trata de lo siguiente : Puesto que como mantenemos todos, o casi todos - añadió sin mirar a lanver-, que el maestro Travis es un gran mago - y al llegar aquí hizo una pausa significativa- , el desalojar por entero el castillo de protección no es en absoluto un problema. Me refiero a la protección que normalmente mantenemos. El uso de otro destacamento para defenderlo no sería necesario en caso de procurarnos... otro tipo de protección.

Egolas hizo otra pausa. El silencio era arrebatador.

- Continuad - ordenó Ulquier-, y sed más explícito.

- Veréis.- Siguió Egolas con voz susurrante.- Si Travis es un mago, un gran mago, y no podemos contar con protección...natural, pues deberemos recurrir a la protección...sobrenatural.

Ulquier ya había comprendido a dónde quería llegar a para el paladín, como todos los demás, no obstante preguntó para aclarar las cosas.

- ¿ Os estáis refiriendo a que Travis utilice su magia para proteger el castillo ?.

Egolas se encogió de hombros.

- ¿ Por qué no ?. Así tanto las mujeres como él vendrían con nosotros y el castillo estaría resguardado de cualquier incursión.

Se levantaron al momento las voces de los demás paladines coreando las palabras de Egolas con euforia. Aquella era realmente una idea sorprendente práctica e ingeniosa.

- Puede que esa sea una buena solución - reconoció Ulquier-, pero no estamos hablando de un viaje de placer.- Objetó todavía. Las voces se acallaron.- No voy a exponer la vida de mi hermana ni la de la otra joven. Que quede claro. Sigo pensando que deberían quedarse aquí a pesar de todo.

- Yo creo que eso lo tienen que decidir ellas.- El tono de Egolas fue quizás demasiado cortante y áspero. Era evidente que el paladín estaba cuestionando la perspectiva de su superior y que la desaprobaba totalmente.

Ulquier se dio cuenta de ello al instante, y la cólera comenzó a hacerse patente en él. Miró a Egolas como si esperase que de un momento a otro la tierra se abriera de bajo de él y se lo tragara.

- Aquí, quién toma las decisiones soy yo y nada más que yo.- Dijo Ulquier con voz perentórea.

Egolas podía notar la furia que destilaba en los ojos de su viejo amigo. Había tocado un tema delicado y lo sabía.- Espero no tener que recordárselo más veces, Sir Egolas.

Ulquier había remarcado las formalidades entre ellos, cosa que nunca hacía. Egolas sabía que no podía atacar de nuevo. Debería de convencer de su error a Ulquier en la intimidad.

- Si señor.- Contestó aparentemente vencido.

- Bien.- Ulquier estaba muy dolido por la insubordinación de Egolas. Ariana era responsabilidad suya y nadie le iba a decir que era lo mejor para ella. Ni siquiera él.- ¿Alguna otra opinión?.

Los demás paladines habían observado el breve enfrentamiento con inquietud.

El aire podría cortarse con un cuchillo de lo espeso que era. Ninguno osó contestar. Si Egolas no había podido convencer a su superior, ellos no tenían nada que hacer.

Ulquier asintió ante la muda respuesta de los paladines.

- Podéis marcharos.- Dijo.- Sir Egolas, vos quedaos.

Cuando todos hubieron salido de la sala los viejos amigos quedaron frente a frente.

- Ulquier,- Comenzó a explicarse Egolas.- solo pretendía hacerte comprender...

- No tengo que comprender nada, Egolas.- Ulquier era inflexible.- Me has puesto en evidencia y eso no te lo consentiré por muy amigos que seamos.

Egolas endureció la expresión de su rostro.

- Estás equivocado.- Levantó un dedo acusador.- Ariana es un paladín y no le das la oportunidad de demostrar lo que vale. La proteges tanto que eres tu mismo quien la limita. No esperes que todos los demás se den cuenta de ello y finjan que lo entienden.

Ulquier no cedió. Es más, arremetió con fuerza.

- No sabes la responsabilidad que tengo. - Lo acusó.- Ariana es lo único que me queda, tu no puedes entenderlo.

- Siento mucho por todo lo que habéis tenido que pasar, pero te repito que te estás equivocando.

- Eso es fácil de decir para ti.- Ulquier habló con rabia casi sin pensar.- Tu no has perdido primero a tus padres y luego a tu mujer y a tus hijos. No sabes lo que es perder a un familia.

Egolas sintió un dolor sordo en el estómago. Ese comentario había sido un golpe bajo.

- No. No se lo que es perder una familia,- corrigió en un susurro.- porque nunca he tenido ninguna si es a eso a lo que has querido referirte.

Ulquier sintió la bilis en la garganta.

Se había excedido.

- Lo lamento.- Se disculpó, pero el daño ya estaba hecho.- No había querido insinuar eso. Discúlpame, por favor.

Egolas asintió. Todavía dolía.

- No hay nada que perdonar.- Su tono de voz era frío.- Tienes razón. No soy nadie para entrometerme en los asuntos de familia. Tu mejor que nadie sabes lo que más os conviene a los dos.

Egolas se dirigió a la puerta de la sala sin mirarlo.

- Egolas.- Lo llamó cuando ya la abría.- Tu siempre has formado parte de nuestra familia.

Egolas respondió sin girarse.

- Eso pensaba Ulquier, eso pensaba.

Ulquier vio cómo su amigo salía de la sala sin decir nada más y cerraba la puerta con brusquedad.

Al momento se sintió como el más sucio gusano que viviera en la tierra más fangosa. Había caído muy bajo. Egolas era un hermano para él y a pesar de ello su destemplado carácter no dejaba de ensañarse en la vieja herida siempre que tenía la ocasión.

Lamentando su error estaba, cuando Ariana entró en la sala.

- Ulquier.- Ariana tenía el rostro descompuesto.- ¿Qué ha ocurrido ?. He visto a Egolas montar en Zaltior y salir del castillo como si se lo llevara el demonio. No has visto su cara.

Ulquier no miró a su hermana . No se atrevía.

- Sí. La he visto.- Habló con la voz perdida.- Yo he tenido la culpa. Hemos discutido.

Ariana recuperó en parte su expresión serena.

- ¿Qué ha sido esta vez ?.

- Tardará en perdonarme, lo sé.- Dijo para él.- He hurgado en la vieja herida.

Ariana se dejó caer en una silla y se llevó las manos a la cara.

- A veces eres cruel.- Dijo en voz apenas audible.- Muy cruel.

Ulquier estalló sin poder contener tanta frustración y remordimientos .

- ¡No lo hice a propósito !. Yo solo quería defenderte de...

- Ya lo sé.- Dijo ella.- Lanver hablaba de todo lo que había sucedido aquí dentro en voz tan alta que mañana se habrá enterado toda la ciudad.

Ulquier bajó la mirada y no contestó.

- Sé que tienes buena intención, hermano.- Ariana le tocó el brazo.- Pero Egolas tiene razón. No puedes protegerme toda la vida.

Ulquier sollozó.

- No soportaría perderte a ti también, Ariana.- Cuando la miró brillaban las lágrimas en sus ojos.- No pude salvar a mi familia pero no permitiré que te ocurra algo a ti.

- No tuviste la culpa, Ulquier.- Ariana le habló cariñosamente.- Las guerras son así.

Ulquier había perdido a su mujer y a sus dos hijas pequeñas durante una guerra ocurrida hacía unos años. El estaba en una misión muy lejos de su familia cuando esta se produjo. Nunca superó el hecho de no haber estado con ellas en sus últimos momentos. Ariana era entonces una adolescente, tendría unos dieciséis años. Era la única familia que le quedaba. Ulquier se prometió a sí mismo que nada le ocurriría a su hermana si él podía evitarlo.

Ulquier se levantó de repente y se dirigió a la puerta .

-¿ A dónde vas ?.- Le preguntó ella temerosa de lo que pudiera hacer.

- A buscar a Egolas.

Ariana agachó la cabeza y la enterró de nuevo entre las manos. Sus pensamientos se perdieron en el pasado. Un pasado muy doloroso, no obstante, siempre presente.



Por la tarde, ni Egolas ni Ulquier habían regresado todavía. Todos los paladines esperaban impacientes. Mientras tanto, otro mensaje llegó pidiendo una respuesta y demandando urgentemente ayuda. No se sabía nada todavía del paradero del carruaje y sus ocupantes.

Ariana no había comentado a Liriel el incidente y esta no parecía sospechar nada.

Liriel.- Le dijo ella.- Si emprendiésemos un viaje, ¿vendrías con nosotros ?.

A Liriel le centellearon los ojos.

- Claro. Me encantaría.- Dijo alegremente.- ¿Pero a dónde ?.

- Bastante lejos.- Le explicó.- Dime, ¿estás segura ?.

Liriel asintió.

- Sí. Aunque, - dudó - ¿qué pasará con ese tal Travis ?.

- No hay problema. Vendrá con nosotros.- Ariana se llevó una mano a los cabellos.- Estaremos aproximadamente unas dos semanas fuera.

Liriel meditó la propuesta.

- Iré. - Dijo sin más.

Dos horas más tarde, Ulquier y Egolas entraban en el castillo.

Ariana los miró al pasar intentando descubrir qué habia pasado. No pudo sacar nada en claro. Tanto el rostro de uno como el del otro eran absolutamente ilegibles.

Cuando los demás los vieron, se arremolinaron a su alrededor esperando órdenes.

- Preparáos, camaradas.- Dijo Ulquier con voz grave.- Nos vamos hoy mismo.

Y después se dirigió a Ariana.

- Tu también vienes, si quieres claro.- Añadió para no parecer autoritario.- En cuanto a la joven...

- También viene.- Dijo Ariana sonriente.- Ya se lo he comentado. Por cierto, gracias.

- No hay por qué darlas. Como muy bien me dijo Egolas, eres un paladín y es tu deber acompañarnos.- Ulquier le devolvió la sonrisa antes de desaparecer entre sus hombres.

Todo parecía haber vuelto a la normalidad.

Ariana suspiró.

Cuando todo estaba apunto para partir y los caballos estaban ensillados y preparados para el viaje, Jumar anunció a los hermanos que Travis había llegado.

Ariana salió presurosa a recibirle.

Travis no había cambiado.

Era un hombre de mediana estatura. Rondaría casi los cincuenta años aunque no lucía ni una sola cana en su cabello castaño. Era en general atractivo. Tenía los ojos oscuros, aguzados e inteligentes. No era muy fornido pero tampoco era delgado. Se cubría con una túnica de color tierra y por todo adorno llevaba sujeto a la cintura un báculo igualmente sencillo. A la espalda colgaba una pequeña y pesada bolsa.

- ¡Travis !.- Ariana lo abrazó con cariño.- ¡Mi querido maestro !.

El hombre sonrió.

- Niña, estáis tan preciosa como siempre.- Su voz era de hombre joven y enérgico.- Siempre habéis sido mi mejor discípulo.

- Gracias por venir.- Dijo ella con sinceridad.- ¿Cómo ha ido todo ?.

- Desde la última vez que os vi han ocurrido muchos acontecimientos. Pero ya os contaré todo con más tiempo. Por lo que veo os vais a marchar.- Dijo al ver los caballos ensillados.

Ariana miró hacia atrás un momento.

- Sí. Y nos gustaría pediros que nos acompañarais una vez más. - Dijo Ariana ilusionada como una niña pequeña.

El hombre fingió pensárselo unos segundos.

- ¿Cómo voy a negarme, querida ?.- Travis acarició su pelo con suavidad.- Además he venido para quedarme por un tiempo.

Ariana sonrió de buen grado.

- Todo el que queráis.- Concedió ella.- ¿Necesitaréis algo para el viaje que yo pueda proporcionaros ?.

Travis alzó las manos.

- Siempre llevo todo lo que tengo a cuestas.

- Siempre a punto.- Dijo Ariana.

- Eso mismo.

- ¡Nuestro viejo Travis !.- Ulquier venía hacia ellos con los brazos abiertos.- ¡No habéis cambiado ni siquiera un ápice !.¿Cómo lo hacéis ?. Yo me veo más viejo cada día.

Travis sonrió al verlo. Deseaba este encuentro desde hacía tiempo.

- Vamos , vamos, cachorro.- Dijo cariñosamente.- Sólo hace cinco años que no nos vemos.

- Suficiente, maestro, más que suficiente.- Los dos palmearon la espalda.- Pero ya no soy ningún cachorro, os lo aseguro.

-¿Y que eso tan urgente por lo que me habéis llamado ?- Quiso saber Travis.

Ariana miró a su hermano antes de contestar.

Este asintió por toda respuesta.

- Juzgádlo por vos mismo.- Y con un gesto de la mano hizo que Egolas y Liriel se adelantaran para que el hombre pudiera verla bien.

Al principio Travis reconoció a Egolas y una sonrisa se pintó en su rostro. Pero cuando reparó en Liriel, se puso blanco como el papel.

No hizo falta que nadie le dijera nada más.

Travis se adelantó hasta ponerse a medio metro de ella. Sus ojos permanecían fijos en la muchacha. La miró y la remiró desde todos los ángulos durante unos minutos que a ella se le antojaron interminable. Aquel hombre tenía la mirada clavada en ella con una intensidad que le resultaba casi molesta. Cuando hubo terminado, Travis se apartó un poco y llamó a Ariana con un gesto de su mano.

Travis se apoyó levemente en el brazo que Ariana le tendió. Esta notó que su maestro de antaño estaba profundamente conmovido. Ahora no tenía dudas. Sus sospechas se confirmaran.

- Nereida.- Dijo él en un susurro.- Nunca he podido olvidarme de ella a pesar de los años. Y tampoco me he olvidado de Kelmor.

- Todos hemos notado el parecido con vuestra antigua compañera.- Dijo Egolas.

- ¿ Creéis que es posible el parentesco ?.- Le preguntó Ariana.

Su maestro la miró seriamente.

- Sin duda alguna, esta muchacha es hija de ambos.- Sentenció.- ¿ Pero que hace ella aquí ?. No creo que la hayan mandado para dar explicaciones. No ahora, después de tanto tiempo.

- No.- Contestó Ariana.- Egolas la encontró por casualidad en Henna y el motivo por el que ha llegado aquí es una historia muy larga de contar. Además ella no sabe nada sobre el pasado de sus padres.

Ariana puso al corriente en unos minutos al maestro sobre lo que Liriel les había contado.

- No sé por qué no me sorprende.- Dijo Travis cuando Ariana hubo terminado.- No sólo no escriben y desaparecen, sino que además le ocultan a su hija la verdad.

Liriel sintió que le temblaban las piernas. ¿Qué estaban diciendo ?. Este extraño afirmaba conocer a su madre. Nereida había dicho que se llamaba. Pero su madre se llamaba Geneva. Y su padre Boreas no Kelmor. ¿Y Por qué decía que ella no sabía nada de sus padres ?. ¿ Qué era lo que tenía que saber ?.

La cabeza le dio vueltas. Su madre estaba muerta. Ella nunca la había conocido. Pero sabía que había sido una mujer corriente no una sacerdotisa.

Entonces recordó aquella conversación con Teros, en la posada. El le había dicho que su madre era especial, que jamás había conocido a nadie como ella. Y su padre...también le decía constantemente lo mismo. Era lo único que hablaba sobre ella.

También recordó que Teros la había comparado con su madre. Sus ojos,- había dicho-, eran como los suyos. Y su padre, antes de partir, había asegurado que eran como dos gotas de agua.

Como dos gotas de agua...Su madre era especial...ella era especial...su madre, Geneva..., Nereida.

Egolas miró a Liriel.

Esta también se había puesto blanca y había observado un ligero vaivén en su cuerpo. La cogió por el brazo. Ella ni se dio cuenta. Estaba temblando de los pies a la cabeza.

- Liriel.- La llamó. Ella no contestó.

De repente Egolas se encontró sujetando a la muchacha.

Liriel se había desmayado.






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